martes, 9 de febrero de 2016

MENSAJE DE LOS MAESTROS

MENSAJE DE LOS MAESTROS.
TOMADO DEL LIBRO "MUCHAS VIDAS, MUCHOS MAESTROS DE BRIAN WEISS

El Espíritu Maestro guardó silencio. Reflexioné sobre el significado de ese
increíble mensaje. Sabía que yo estaba teniendo éxito en liberar a Catherine de sus miedos, pero ese mensaje tenía un significado más global. No se trataba de una mera confirmación de que la hipnosis era efectiva como instrumento
terapéutico. Implicaba aún más que las regresiones a vidas pasadas, cosa que resultaría difícil de aplicar a la población en general, de uno en uno. No: me pareció que se refería al miedo a la muerte, el miedo muy oculto dentro del volcán.

El miedo a la muerte, ese temor escondido y constante que ni el dinero o el poder pueden neutralizar: ése es el centro.

Pero si la gente supiera que «la vida es infinita; que jamás morimos; que nunca nacimos, en realidad», entonces ese miedo desaparecería.

Si todos supieran que han vivido antes incontables veces y que volverán a vivir otras tantas, ¡cuánto más reconfortados se sentirían! Si supieran que hay espíritus a su alrededor, cuando se encuentran en estado físico; que después de la muerte, en estado espiritual, se reunirán con esos espíritus, incluidos los de sus muertos amados, ¡cuánto sería el consuelo!

Si supieran que los «ángeles de la guarda» existen, en
realidad, ¡cuánto más seguros se sentirían! Si supieran que los actos de violencia
y de injusticia no pasan desapercibidos, sino que deben ser pagados con la misma moneda en otras vidas, ¡cuánto menor sería el deseo de venganza! Y si de
verdad «por el conocimiento nos aproximamos a Dios», ¿de qué sirven las posesiones materiales y el poder, cuando son un fin en sí y no un medio para ese acercamiento? La codicia y el ansia de poder no tienen ningún valor.

Pero ¿cómo llegar a la gente con ese conocimiento? Casi todos recitan plegarias en sus iglesias, en las sinagogas, mezquitas o templos, plegarias que proclaman la inmortalidad del alma. Sin embargo, terminados los ritos del culto vuelven a sus caminos competitivos, a practicar la codicia, la manipulación y el egocentrismo.

Estos rasgos retrasan el progreso del alma.

¿Por qué volvemos para aprender?

¿Por qué no aprendemos como espíritus?

—Son diferentes niveles de aprendizaje; algunos tienen que aprenderse en la carne. Tenemos que sentir el dolor. Cuando se es espíritu no se experimenta dolor. Es un período de renovación. El alma se renueva.

Cuando se está en la carne se puede sentir el dolor, se sufre. En forma espiritual no se siente. Sólo hay
felicidad, una sensación de bienestar. Pero es un período de renovación para... nosotros. La interacción entre las personas, en forma espiritual, es diferente.

Cuando se está en el estado físico... se pueden experimentar las relaciones. 

¿No necesitamos el cuerpo?

—No. Mientras estamos aquí pasamos por muchas etapas. Nos deshacemos de un cuerpo de bebé para adoptar el de un niño;
descartamos el de niño para ser
adultos, y el de adultos por el de ancianos. ¿Por qué no dar un paso más y descartar el cuerpo adulto para ir a un plano espiritual? Eso es lo que hacemos.

No dejamos de crecer: continuamos creciendo. Cuando llegamos al plano espiritual, continuamos creciendo también allí. Pasamos por diferentes etapas de desarrollo. Cuando llegamos, estamos consumidos. Es preciso pasar por una etapa de renovación, una etapa de aprendizaje y una etapa de decisión.

Nosotros decidimos cuándo queremos regresar, adonde y por qué motivos. Algunos prefieren no volver. Prefieren pasar a otra etapa de desarrollo. Y mantienen la forma espiritual... algunos por más tiempo que otros, antes de volver. Todo es
crecimiento y aprendizaje... crecimiento continuo.,

Nuestro cuerpo es sólo un
vehículo para que utilicemos mientras estamos aquí. Son nuestra alma y nuestro espíritu los que perduran por siempre. 

—En el estado físico ¿se aprende con más rapidez? ¿Hay motivos por los que no todos permanecen en el estado espiritual?

—No. El aprendizaje es mucho más veloz en el estado espiritual, sobradamente más rápido que el del estado físico. Pero elegimos lo que necesitamos aprender.

Si necesitamos regresar para elaborar una relación, regresamos. Si hemos terminado con eso, proseguimos. En la forma espiritual uno siempre puede ponerse en contacto con quienes están en la carne, si así lo desea. Pero sólo si
hay allí algo de importancia... si debe decirles algo que necesitan saber. 

—Sí —dijo—. Todo debe estar equilibrado. La naturaleza está equilibrada. Los animales viven en armonía. Los humanos no han aprendido a hacerlo. Continúan
destruyéndose a sí mismos. No hay armonía ni concierto en lo que hacen. Es tan diferente en la naturaleza... La naturaleza está equilibrada. La naturaleza es
energía y vida... y restauración. Y los humanos sólo destruyen. Destruyen la naturaleza. Destruyen a otros seres humanos. Con el correr del tiempo se destruirán a sí mismos. 

—Hay siete planos en total, siete planos, cada uno de los cuales consta de muchos niveles; uno de ellos es el plano de la rememoración. Se nos permite ver la vida que acaba de pasar. A los de niveles superiores se les permite ver la historia. Pueden volver y enseñarnos la historia. Pero nosotros, los de los niveles
inferiores, sólo podemos ver nuestra propia vida... la que acaba de pasar. 

»Tenemos deudas que deben saldarse. Si no hemos pagado esas deudas, las tendremos que llevar con nosotros a otra vida... a fin de que puedan ser elaboradas. Se progresa pagando las deudas.

Algunas almas progresan más
deprisa que otras. Cuando se está en la forma física y se elabora... se elabora una vida... si algo interrumpe nuestra capacidad de... de pagar esa deuda, debemos regresar al plano de la rememoración, y allí esperar a que el alma con quien estamos endeudados venga a vernos.

Y cuando ambas podamos volver al
estado físico al mismo tiempo, entonces se nos permitirá volver. Pero cada uno determina cuándo debe volver. Cada uno determina qué debe hacer para pagar
esa deuda. No recordará sus otras vidas... sólo aquella de la que acaba de salir.

Sólo las almas del nivel superior, los sabios, pueden recurrir a la historia y los sucesos pasados... para ayudarnos, para enseñarnos qué debemos hacer.

»Hay siete planos... siete, a través de los cuales debemos pasar antes de que regresemos. Uno de ellos es el plano de la transición. Allí esperamos. En ese plano se determina qué llevará cada uno a su próxima vida. Todos tendremos...
un rasgo dominante. Puede ser la codicia, la lujuria... pero sea lo que fuere lo determinado, necesitamos saldar nuestras deudas con esas personas.

Después se debe superar ese rasgo en esa vida. Debemos aprender a superar la codicia. De lo contrario, al retornar tendremos que llevar ese rasgo, además de otro, a la vida siguiente. Las cargas se harán mayores. Con cada vida por la que pasamos sin pagar las deudas, cada una de las siguientes será más dura. Si las saldamos,se nos dará una vida fácil. Así elegimos qué vida vamos a tener. En la fase siguiente somos responsables de la vida que tenemos. La elegimos.

—Es en este plano donde a algunas almas se les permite manifestarse a las personas que aún están en la forma física. Se les permite retornar... sólo si han dejado algún acuerdo sin cumplir. En este plano se permite la intercomunicación.

Pero los otros planos... Aquí es donde se nos permite utilizar los poderes psíquicos y comunicarnos con las personas que tienen forma física. Hay muchas maneras de hacerlo. A algunos se les otorga el poder de la vista, para que
puedan mostrarse a quienes aún están en la forma física. Otros tienen el poder del movimiento; se les permite mover objetos telepáticamente.

Sólo se va a este plano si a uno le es útil ir ahí. Si ha dejado un acuerdo sin cumplir, puede decidir ir ahí para comunicarse de algún modo. Pero eso es todo... para que el acuerdo quede cumplido. Si nuestra vida ha terminado abruptamente, sería un motivo para entrar en este plano.

Muchos prefieren ir ahí porque se les permite ver a quienes aún están en la forma física y muy unidos a ellos. Pero no todos quieren tener
contacto con ellos. Para algunos puede ser muy aterrador. 

 La sabiduría se alcanza con mucha lentitud. Esto se debe a que el
conocimiento intelectual, fácilmente adquirido, debe convertirse en conocimiento "emocional" o subconsciente. Una vez transformado, la huella es permanente. La práctica conductista es el catalizador necesario para esta reacción. Sin acción, el concepto se marchita y desvanece. El conocimiento teórico sin aplicación práctica no es suficiente.

»Hoy en día se descuidan el equilibrio y la armonía; sin embargo, son las bases de la sabiduría. Todo se hace en exceso. La gente se excede en el peso porque
come demasiado. Los deportistas descuidan aspectos de sí mismos y de los demás por correr en exceso. La gente parece excesivamente mezquina. Se bebe
demasiado, se fuma demasiado, se está demasiado de juerga (o demasiado
poco), se conversa demasiado sin satisfacción, se tienen demasiadas
preocupaciones. Hay demasiadas ideas en blanco o negro. Todo o nada. La
naturaleza no es así. 

 La sabiduría se alcanza con mucha lentitud. Esto se debe a que el
conocimiento intelectual, fácilmente adquirido, debe convertirse en conocimiento "emocional" o subconsciente. Una vez transformado, la huella es permanente. La práctica conductista es el catalizador necesario para esta reacción. Sin acción, el concepto se marchita y desvanece.

El conocimiento teórico sin aplicación práctica no es suficiente.
»Hoy en día se descuidan el equilibrio y la armonía; sin embargo, son las bases de la sabiduría. Todo se hace en exceso. La gente se excede en el peso porque
come demasiado. Los deportistas descuidan aspectos de sí mismos y de los demás por correr en exceso. La gente parece excesivamente mezquina. Se bebe demasiado, se fuma demasiado, se está demasiado de juerga (o demasiado poco), se conversa demasiado sin satisfacción, se tienen demasiadas preocupaciones. Hay demasiadas ideas en blanco o negro. Todo o nada. La
naturaleza no es así. 

»¿Cómo se llega a ese estado alterado, a ese otro sistema de valores? Y una vez
que se llega a él ¿cómo sustentarlo?

La respuesta parece simple. Es el
denominador común de todas las religiones. La humanidad es inmortal; lo que hacemos ahora es aprender nuestras lecciones. Todos estamos en la escuela.

Todo es muy simple, si se puede creer en la inmortalidad.
»Si una parte del ser humano es eterna (y en la historia hay sobradas evidencias para pensarlo así), ¿por qué nos tratamos tan mal? ¿Por qué pasamos por encima del prójimo en "provecho" personal, si en realidad estamos desechando la lección? Al parecer, todos vamos hacia el mismo sitio, aunque a diferente
velocidad. Nadie es más grande que los demás.

»Analicemos las lecciones. Intelectualmente, las respuestas siempre han estado ahí, pero esta necesidad de actualizarlas por experiencia, de hacer permanente la
huella subconsciente al "emocionalizar" y practicar el concepto, es la clave de
todo. No basta memorizar en la escuela dominical. Parlotear sin practicar de nada sirve. Resulta fácil leer sobre el amor, la caridad y la fe, o conversar sobre ello.

Pero practicarlos, sentirlos, requiere casi un estado alterado de conciencia. No se trata del estado transitorio inducido por las drogas, el alcohol o una emoción inesperada.

El estado permanente se alcanza mediante el conocimiento y la
comprensión. Se mantiene mediante la actividad física, mediante la acción y la práctica. Consiste en tomar algo casi místico y transformarlo en cosa de todos los
días mediante la práctica, haciendo de eso un hábito.

»Comprendamos que nadie es mejor que otro. Sintámoslo. Practiquemos la ayuda al prójimo. Todos remamos en el mismo bote. Si no lo hacemos juntos, nuestros equipos se encontrarán muy solos.» 

Otra noche, en un sueño diferente, hice una pregunta: «¿Por qué dice usted que todos somos iguales, cuando las contradicciones obvias son tan evidentes? 

¿Diferencia en las virtudes, en el temperamento, el dinero, los derechos, la capacidad y el talento, la inteligencia, la aptitud para las matemáticas, y así hasta el infinito?»

La respuesta fue una metáfora: «Es como si dentro de cada persona se pudiera encontrar un gran diamante. Imaginemos un diamante de un palmo de longitud.

Ese diamante tiene mil facetas, pero todas están cubiertas de polvo y brea. La misión de cada alma es limpiar cada una de esas facetas hasta que la superficie esté brillante y pueda reflejar un arco iris de colores.

»Ahora bien, algunos han limpiado muchas facetas y relucen con intensidad.

Otros sólo han logrado limpiar unas pocas, que no brillan tanto. Sin embargo, por debajo del polvo, cada persona posee en su pecho un luminoso diamante, con mil
facetas refulgentes. El diamante es perfecto, sin un defecto. La única diferencia entre las diferentes personas es el número de facetas que han limpiado. Pero
cada diamante es el mismo y cada uno es perfecto.

«Cuando todas las facetas estén limpias y brillen en el espectro de la luz, el diamante volverá a la energía pura que fue en su origen. La luz permanecerá. Es como si el proceso requerido para hacer el diamante se invirtiera, liberada ya por toda la presión. La energía pura existe en el arco iris de luces, y las luces poseen
conciencia y conocimiento.

»Y todos los diamantes son perfectos.»