Tomado del libro
"La Transformación"
de José de Jesús Aguilar Valdés.
A los tanatólogos.
"Cuando los enfermeros descubrieron que el cuenta cuentos había muerto y, cubrieron el rostro del recién fallecido, entre las sábanas de su cama encontraron una carta, que decía:
No sé quién seas, ni cuando leas esta carta. Únicamente sé que tienes una vida terrenal que ya no tengo. Tal ves yo tengo una vida mejor, o quizá este convertido en un nada; pero ciertamente, tú vives, y por eso me gustaría que en realidad lo hicieras.
Me fue difícil afrontar la muerte porque el hombre es semejante a un gran árbol: por una parte roza el cielo con sus ramas pero por otra, también hunde cada vez más sus raíces. Así se desarrolló mi vida, tratando de alcanzar el cielo, más apegado a este mundo.
Me fue difícil afrontar la muerte porque el hombre es semejante a un gran árbol: por una parte roza el cielo con sus ramas pero por otra, también hunde cada vez más sus raíces. Así se desarrolló mi vida, tratando de alcanzar el cielo, más apegado a este mundo.
Dentro de mi religión, siempre se me habló de un juicio final. Creo en esta verdad. Al final de tu vida tendrás un juicio. Te juzgarán los demás por cuanto conocieron de ti, como a mí me juzgaron; pero tú y yo sabemos de lo relativo de su apreciación, porque hay mucho de nosotros que los demás nunca podrán conocer, como nuestras motivaciones, miedos, ideales. Tú también te juzgarás sin poder negar los hechos, porque no podrás autoengañarte. Por tanto, este juicio será el más importante.
En el juicio se nos sentencia a la culpa o al reconocimiento. La muerte es un espejo en el cual se refleja cuanto fuimos en vida. No hay peor castigo que no haber vivido conforme al ideal aceptado, y saberlo. Tampoco puede haber mayor premio que vivir como se quiso.
Por esta razón,te invito a tomar conciencia de cómo vives, y a que te preguntes: ¿vivo como quiero?, ¿estoy satisfecho de cuanto he realizado? ¿tengo buena relación con quienes me rodean?, ¿he sido valiente para reconocer mis errores, y para tratar de evitarlos?, ¿me he dado a conocer?, ¿He dedicado tiempo y esfuerzo a las cosas verdaderamente valiosas?, ¿Vivo mi vida por caprichos y banalidades?
En el juicio se nos sentencia a la culpa o al reconocimiento. La muerte es un espejo en el cual se refleja cuanto fuimos en vida. No hay peor castigo que no haber vivido conforme al ideal aceptado, y saberlo. Tampoco puede haber mayor premio que vivir como se quiso.
Por esta razón,te invito a tomar conciencia de cómo vives, y a que te preguntes: ¿vivo como quiero?, ¿estoy satisfecho de cuanto he realizado? ¿tengo buena relación con quienes me rodean?, ¿he sido valiente para reconocer mis errores, y para tratar de evitarlos?, ¿me he dado a conocer?, ¿He dedicado tiempo y esfuerzo a las cosas verdaderamente valiosas?, ¿Vivo mi vida por caprichos y banalidades?
Recuerda que eres muy importante, pues estás formado por el polvo de miles de estrellas, el cual mezclado por la mano divina, ha dado por resultado el barro cósmico. Puedo decir que después de mi paso por la tierra, el mundo ha cambiado en algo y no he sido un agujero negro más en el universo. Me he alimentado del tiempo, del sol, del aire, del agua ,te la tierra y del amor.
Mi sonrisa aumentó la armonía sinfónica de las galaxias y mis lágrimas, aunque pequeñas, aumentaron la sal en el mar.
Mis letras se han unido a la sabiduría del universo, de tal manera que cuando buscas la sabiduría te encuentras con una parte de mí, cuando escuchas la música del viento a mí me escuchas, y cuando el mar te baña, sus olas te acarician con mis lágrimas.
Me siento feliz de haber pasado por este planeta llamado tierra, de haber elegido las alas de la inmortalidad, aunque su precio haya sido un trabajo continuo mezclado con duda, cansancio, desesperación, sangre y sudor.
Me siento feliz de haberme llenado de Dios y sus bendiciones, porque solo caminando junto a él pude entender el sentido de las cosas más contradictorias. Sólo alimentándome de él le pude dar a otros el amor que esperaron de mí.
Me siento feliz de haber podido participar del dolor del grano que se muere para convertirse en pan, del dolor de la uva pisoteada para alegrar a los demás con su vino, del dolor del parto que entregar la vida, del llanto que produce el amor, de la enfermedad y el sufrimiento que fueron capaces de mostrarme mi verdadero valor y fuerza. Conocí el valor tan alto del sufrimiento y fui capaz de ofrecerlo como mi mayor joya para el embellecimiento de la creación.
Tuve dudas y fui feliz. Tuve dolor y fui feliz. Tuve angustias y fui feliz. Tuve en tal cantidad y fui feliz, porque en el momento final pude observar que en la balanza de mi vida no fue mayor el bien o el mal, pues era yo quien daba peso a las cosas.
Por eso quisiera invitarte a que cada día lo vivas como el mejor de todos, y le des la verdadera importancia a las cosas, para que no te amargues ni te envanezcas, y para que en el momento de cerrar tus ojos, por el sueño o la muerte, puedas descansar en paz.
Dirán por ti y por mí aquella frase que sintetiza toda una vida: "Dale señor, el descanso eterno y brille para él la luz perpetua". ¿Puede tener el descanso eterno quien nunca trabajó? ¿Puede tener la luz eterna quien siempre se alimentó de la oscuridad?
Trabaja, esfuérzate, busca siempre la luz y será tuya la paz y la armonía del universo.