LOS SIETE CENTROS DE LA CONCIENCIA.
TOMADO DEL LIBRO
"ABRE TU CORAZÓN AL AMOR" DE KEN KEYES. ED. IMPROVE
1. EL CENTRO DE LA SEGURIDAD.
Este centro le hace preocuparse por la comida, el abrigo o cualquier cosa que para usted signifique seguridad personal. Esta programación fuerza a su conciencia a estar dominada por una batalla continua para obtener lo “suficiente” del mundo con el fin de sentirse seguro.
2. EL CENTRO DE LA SENSACIÓN.
Este centro se ocupa de encontrar felicidad en la vida obteniendo cada vez más y mejores experiencias y sensaciones placenteras. Para muchas personas, sexo es la más atractiva de todas las sensaciones. Otras sensaciones adictivas pueden incluir el sonido de la música, el sabor de la comida, etc.
3. EL CENTRO DEL PODER.
Cuando su conciencia se concentra en este centro, se interesa por dominar a las personas y las situaciones y por aumentar su prestigio, riqueza y orgullo, además de otras mil formas útiles de jerarquía, manipulación y control.
4. EL CENTRO DEL AMOR.
En este centro está trascendiendo las relaciones sujeto-objeto y está aprendiendo a ver el mundo con los sentimientos y la armonía de la aceptación fluida. Se ve a sí mismo en todos y ve a todos en sí mismo. Siente compasión por el sufrimiento de aquellos que están atrapados en el drama de la seguridad, las sensaciones y el poder. Empieza a amar y aceptar a todos incondicionalmente: incluso a sí mismo.
5. EL CENTRO DE LA ABUNDANCIA.
Cuando su conciencia está iluminada por este centro, experimenta la amistosidad del entorno que está creando. Empieza a comprender que siempre ha vivido en un mundo perfecto. En la medida en que tiene todavía adicciones, la percepción está en concederse la experiencia que necesita para liberarse de sus demandas emocionales. Al reprogramar sus adicciones, la percepción será experimentada como un gozo continuo del aquí y el ahora de su vida. Al tener mayor amor y aceptación, el mundo se convierte en un “cuerno de la abundancia” que le da más de lo que necesita para ser feliz.
6. EL CENTRO DE LA CONCIENCIA CONSCIENTE.
Es liberador tener un centro desde el que su conciencia consciente observa cómo actúan su cuerpo y su mente en los cinco centros inferiores. Es un meta-centro desde el que se presencia, sin emitir juicios, el drama vital de su cuerpo y su mente. Desde este “centro de los centros” aprende a observar imparcialmente sus papeles sociales y juegos de la vida desde un lugar que está a cubierto del miedo y de la vulnerabilidad.
7. EL CENTRO DE LA CONCIENCIA CÓSMICA.
Cuando vive plenamente en el centro sexto de la conciencia, está dispuesto a trascender la conciencia de sí mismo y a convertirse en conciencia pura. En este último nivel, usted es uno con todo: es amor, paz, energía, belleza, sabiduría, claridad, eficacia y unicidad.
LA TEORÍA DE LA FELICIDAD DEL AMOR VIVO.
1. El problema. Casi todas las personas están atrapadas en pautas de conciencia que producen una gran infelicidad, alienación, miedos, conflictos continuos, etcétera. En lugar de realizar la “abundancia” que nos ofrece la vida, nuestra programación crea vidas caracterizadas por la tensión y por un bajo nivel de disfrute de la vida. La manera en que actualmente procesamos, interpretamos, percibimos y actuamos sobre los estímulos entrantes es la responsable de nuestra incapacidad para ser felices el ciento por ciento del tiempo. Todos somos seres maravillosos, pero nuestra conciencia inferior de la programación de seguridad, sensación y poder nos hace volvernos infelices.
2. Principio básico. La felicidad se mueve inversamente a las adicciones. Las adicciones son expectativas programadas, demandas, “necesidades absolutas”, deseos o modelos de cómo debería ser el mundo, todo lo cual desencadena automáticamente emociones negativas, como la cólera, el miedo, los celos, la ansiedad, la irritación, el resentimiento, la pena, etcétera. Toda adicción nos hace vulnerables al sufrimiento. Cuando uno entiende cómo se genera la experiencia de la felicidad y la infelicidad, resulta evidente que toda infelicidad se debe a los modelos adictivos que determinan nuestra percepción y motivación. Ni siquiera el dolor físico produce infelicidad a menos que se tenga la adicción a estar libres del dolor. Es la adicción, y no el dolor, lo que genera sufrimiento.
3. Los apuros de la vida. La fluctuante corriente energética de la vida en la que vivimos satisface algunas adicciones y deja insatisfechas otras. Dicho de otra manera, ganamos algo y perdemos algo. Incluso cuando ganamos, imprudentemente creamos otra demanda adictiva que debe ser vivida de una manera casi robótica. Usualmente conseguimos alterar nuestras oportunidades de ganancia-pérdida por más dinero, conocimiento, prestigio o poder. Estos esfuerzos nunca nos permiten cambiar de manera suficiente la pauta “ganar algo, perder algo” con el fin de producir un mayor nivel de gozo en la vida. Nuestras expectativas y demandas siguen dominando nuestra conciencia y crean una experiencia insatisfactoria de la vida en tanto en cuanto tengamos alguna programación adictiva.
4. Un dilema. Las adicciones insatisfechas dominan nuestra conciencia, nos vuelven incapaces de amar incondicionalmente, mantienen la agitación de nuestra mente racional, conducen a nuestra conciencia al “futuro y el pasado”. En lugar de disfrutar del aquí y el ahora, y nos hacen desencadenar emociones negativas en el intento de manipular a las personas del mundo que nos rodea. Las demandas adictivas no cumplidas producen la experiencia del sufrimiento y la infelicidad. Las adicciones que satisfacemos solo nos dan un breve placer. Lo que satisface una adicción tiende pronto a formar una adicción nueva que nuestro sistema nervioso protege y mejora indiscriminadamente. Con independencia de lo que obtengamos o no lo que queremos, seguimos siendo vulnerables al miedo, la pena o la cólera que pueden generar la experiencia de la infelicidad.
5. La solución que no funciona.Nuestros antepasados, durante los miles de años de vida en la selva, desarrollaron un sistema nervioso que salvaguardó eficazmente nuestra especie frente a los peligros externos. En el mundo de hoy, más del 99% de las personas siguen teniendo un sistema nervioso que habitualmente funciona culpando al mundo exterior de cualquier problema que experimente. Organizamos nuestras percepciones y energía tratando de conseguir que nuestra vida funcione programando la comparación del mundo exterior con nuestros modelos adictivos interiores, y desencadenamos así alarmas de emergencia de cólera, miedo, pena, frustración o celos en casos en los que no corresponderían en absoluto esas emociones. Cuando funcionamos en los niveles inferiores de la conciencia, desencadenamos emociones que generan acciones forzosas en un intento de cambiar el mundo exterior de manera que corresponda con nuestras adicciones de seguridad, sensación y poder. El resultado es una montaña rusa entre el placer y el dolor que tratamos de mejorar aumentando nuestra habilidad de manipulación, al mismo tiempo que mantenemos un barniz social de cortesía, diplomacia y un grado superficial de calidez y amor. Las personas conscientes tienen siempre la posibilidad de decidir si tratan de modificar las acciones de las personas que los rodean o de cambiar su respuesta a los estímulos entrantes.
6. El camino a la felicidad. La solución práctica del problema de disfrutar continuamente de nuestra vida consiste en volver a entrenar nuestro biocomputador para que la primera respuesta a una situación de la vida sea la de armonizar nuestras energías con el mundo exterior, en lugar de intentar obligar a éste a que se ajuste a nuestras pautas internas. La comunicación amorosa incondicional (que no es adicta a los resultados) suele permitir que se produzcan los ajustes que necesitamos para armonizar nuestra energía. Toda adicción nos vuelve vulnerables; las preferencias nos permiten disfrutar continuamente de la vida. Cuando nuestro biocomputador funciona desde una programación preferencial, nuestra felicidad no se ve afectada, con independencia de que el mundo exterior se ajuste o no a nuestras preferencias. Eso nos permite disfrutar del aquí y el ahora de nuestra vida, permanecer centrados en todo momento, amar incondicionalmente, evitar la manipulación sujeto-objeto, sentirnos seguros e invulnerables, aumentar nuestra percepción, y encontrarnos como nuestra propia casa en cualquier lugar del mundo.
Cuando nuestro biocomputador se limita interactuar con nuestro mundo de esa forma, descubrimos que la vida nos da el óptimo de en seguridad, sensación, poder y amor. El camino del amor vivo no se limita a permitir que una persona se ajuste pasivamente al aquí y el ahora de su vida, es un sistema dinámico que permite entrar de nuevo a la propia conciencia para llevar una vida eficaz con la que disfrutar continuamente.