LA MALETA.
TOMADO DEL LIBRO
"EL PROFUNDO DOLOR DEL ADIÓS" DE CAROLINA MAOMED
“La maleta representa para mí el límite exacto de aquello con lo que me debo contentar para ir a otra parte.
Cuando emprende un viaje quisiera meter en la maleta casi todo no por el deseo de llevar o amontonar, sino de asegurarme.
Pero se puede ir al fin del mundo con muy pocas cosas. Al hacer la maleta creemos que muchas cosas nos son indispensables.
Nuestra imaginación inventa como necesarias más cosas de las que puede llevar nuestra maleta.
Tenemos miedo de olvidarnos de algo, de elegir mal. Miedo de que, si metemos ropa de invierno, hará calor; y miedo de que, si metemos ropa de verano, hará frío.
Metemos y sacamos cosas. Recomenzamos el mismo juego. Casi nos desanimamos.
En el viaje de nuestra existencia queremos llenar de todo nuestras vidas. Queremos asegurarnos.
Llenamos de cosas nuestros armarios, nuestros cuartos y nuestras casas. La sociedad de consumo nos dice y pregunta las muchas cosas que nos son indispensables para vivir y ser felices.
Y hay momentos en los que parece que somos nosotros los encerrados, como un objeto más en la maleta.
Olvidamos que no es lo que se lleva en la maleta lo que hace feliz el viaje, sino la capacidad de encuentro; la capacidad de admiración y de agradecimiento; la apertura a las sorpresas; la curiosidad ante lo desconocido.
¡Que viajes tan tristes los de aquellas personas que van cargadas de maletas, pero con una interioridad disecada, enfundadas en soledad, con un vacío en el alma!
Maletas llenas y alma vacía. Así el viaje se hace una tragicomedia.
Necesitamos maleta pequeña y alma grande. Es el corazón y el alma los que hay que ir llenándolos de comprensión, de misericordia, de solidaridad, de perdón y de altruismo.
Entonces sí que se puede hacer feliz el viaje de la vida, aunque se tenga maleta pequeña.
Lo importante no es lo que se lleva en la maleta, sino en el corazón y en el alma.
El mundo me parece bello, cuando en mi interior hay alegría. El mundo me parece limpio, cuando mi corazón está purificado. El mundo me parece gris, cuando estoy triste. El mundo me parecen nada, cuando yo soy nulo.
Si el mundo me parece feo y malo, es por mi interior, no por la maleta que llevo.
Y comprendo que para viajar o vivir la existencia, lo importante no es, si la maleta es pequeña o grande; o sí, en ella, llevamos muchas o pocas cosas. Lo importante es tener el corazón y el alma grandes.
El verdadero viaje para la vida, es un viaje que comienza por el alma. Así recomenzamos a ver el mundo surcado de sueños y de pasos invisibles. Así el corazón empieza a palpitar recuerdos y emociones, aunque la maleta sea pequeña y haya pocas cosas en ella.
Ya decía Séneca: "¿Te sorprende, como si se tratase de algo insólito, que después de tan largo viaje y por itinerarios tan diversos no se haya disipado la tristeza que abruma tu corazón? De lo que hay que cambiar es de alma, no de clima".
Sí, Séneca tiene razón. Lo importante para viajar por la existencia, no es cambiar de maleta, o llenarla de cosas, sino lo que hay que cambiar es de alma.”
FEDERICO ELORRIAGA, PINTANDO LO IMPOSIBLE